Las baterías de estado sólido son la gran promesa del coche eléctrico. Empezarán a llegar a automóviles de producción en torno al año 2025, aproximadamente, y mejoran la densidad energética y los tiempos de carga. Pero además de ofrecer más autonomía, tienen un nuevo punto a su favor: contaminan un 39% menos según los datos de T&E. Así que, sin duda, su introducción en el mercado marcará un antes y un después para el coche eléctrico en todo el mundo.

Aunque un coche eléctrico produce cero emisiones contaminantes por su mecánica, frente a un vehículo con motor térmico, lo cierto es que en la producción de las baterías siguen estando presentes los agentes contaminantes. Y según este estudio de T&E, las baterías de estado sólido pueden ayudar, y en gran medida, a reducir la huella de carbono que esto implica. Según explican, ‘las baterías de estado sólido suponen un cambio radical porque su mayor densidad energética implica que se necesitan muchos menos materiales para su fabricación y, por consiguiente, muchas menos emisiones‘.

El análisis de T&E se ha llevado a cabo sobre los proyectos de desarrollo abiertos en torno a las baterías de estado sólido; y específicamente sobre los más avanzados y prometedores. Y la comparación se ha llevado a cabo con respecto a la producción de baterías de litio actuales en las que se utilizan materiales de origen sostenible. Explican, en este comunicado, que ya se están aprovechando procesos ‘más limpios’ en la producción de baterías de litio. Por ejemplo, pozos geotérmicos en lugar de litio de roca dura para reducir considerablemente la emisión de dióxido de carbono.

Cecilia Mattea, directora de vehículos limpios de T&E, explica en el comunicado que la transición hacia las baterías de estado sólido supone un cambio radical. Las baterías de de litio actuales, que se están utilizando en coches eléctricos, se basan en un electrolito líquido para el movimiento de los iones entre cátodos. Las nuevas baterías de estado sólido se basan en un material cerámico sólido y permiten alcanzar una mayor densidad energética, una mayor seguridad y estabilidad y tasas de recarga más veloces. Uno de los puntos clave es que requieren de menos cobalto.

Conseguir baterías con una mayor densidad energética implica, en cualquier caso, el empleo de menos materiales para su fabricación. Y siempre que ocurra esto, manteniendo todos los demás factores intactos, se conseguirá una producción de baterías más ecológica y respetuosa con el medio ambiente. Pero el cambio de diseño y química, que es lo que va a ocurrir al introducir las baterías de estado sólido, supone un cambio positivo todavía mayor. Es una tecnología realmente innovadora.

Mientras tanto ya hay compañías que están haciendo destacables esfuerzos por mejoras las tecnologías actuales para ofrecer más densidad energética. Recientemente CATL presentó sus LMFP; una importante mejora sobre las baterías LFP que permite mantener los costes reducidos y aumentar, de manera considerable, la densidad energética de este tipo de baterías para coches eléctricos.